
En Querétaro se han conformado cinco grandes rutas: la Ruta de las Haciendas, la Ruta del Queso y el Vino, la Ruta del Semidesierto, la Ruta de la Sierra Gorda y la Ruta Religiosa. Cinco rutas que permiten descubrir un estado tan variado como atractivo, y tan estimulante como tranquilo. Rutas de Querétaro no comprende un itinerario obligado a seguir, sino ofrece un «Querétaro a la carta», es decir, propone una gran oferta que permitirá conocer Querétaro, en sus distintos segmentos, en toda su extensión: nuestras tradiciones, historia, gastronomía, cultura, aventura, naturaleza, y por qué no, también para aquellos que buscan apartarse de la rutina diaria y prefieren un buen lugar para descansar.



Querétaro es parte de la segunda zona vitivinícola más importante del país. Los viñedos, ubicados entre Tequisquiapan y Bernal, cuentan con el clima propicio y la tierra ideal para elaborar excelentes vinos tintos, rosados, blancos y espumosos.
Asimismo, para maridar el vino queretano, muy cerca de los viñedos se encuentran varias queserías que elaboran desde quesos frescos de vaca hasta quesos añejos de oveja y cabra. Así como los viñedos, los ranchos queseros realizan recorridos para comprender el proceso de elaboración y poder degustar de mejor forma las distintas variaciones.
La ruta del queso y el vino queretano consiste en visitar tres viñedos –Cavas Freixenet, Viñedos La Redonda y Viñedos Azteca– y cinco queserías –Quesos VAI, Rancho La Hondonada, Rancho San Josemaría, Rancho Santa Marina y Quesos Neolé– para disfrutar de una exquisita copa de vino y maridarla con un delicioso queso artesanal.
El Camino Real de Tierra Adentro, Patrimonio Mundial, era la ruta por la que pasaban insistentemente minerales, mercancías y todo tipo de personas durante el Virreinato. Este camino era largo y, a través de su rumbo, fue creando riqueza y desarrollo.
Querétaro ocupa una parte de lo que fue este camino y la riqueza que le generó se puede ver en sus opulentas haciendas.
Las haciendas queretanas evidencian la nobleza y el refinamiento de diversas familias criollas. En sus construcciones se encuentran encerradas leyendas e historias de grandeza y poder. Son edificaciones majestuosas con un alto valor arquitectónico e histórico; sus cascos permanecen erguidos, resaltando en el idílico paisaje de la campiña queretana.
Querétaro cuenta con un inventario de alrededor de 80 haciendas, las cuales están distribuidas en 11 municipios, la mayoría en la zona sur del estado. Algunas de ellas han sido adaptadas como hoteles, permitiendo, con la suntuosa decoración de sus espacios, transportarse a otro tiempo, ya sea a los bailes de salón del Porfiriato o a los escondites de la Revolución.
Realizar la travesía hasta el semidesierto queretano constituye un peregrinaje especial, como el del viajero que se adentra en regiones poco vistas. Celosos y apegados a sus tradiciones, los pueblos del semidesierto resuenan en los ecos de antiguas tribus otomíes y chichimecas, cuyas tradiciones perduran flotando como un espejismo en la árida vastedad de esta región. Los primeros colonizadores llegaron en 1532, desde entonces, se ha formado una cultura particular en el seno de un sincretismo religioso dedicado a sus fiestas, a su trabajo y a la veneración de sus ancestros. Por ello, la Unesco le otorgó a esta zona el reconocimiento de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Entre sierras, cañadas y llanuras, y en medio del triángulo sagrado enmarcado por el cerro del Frontón, la Peña de Bernal y el cerro del Zamorano, los habitantes de esta zona de Querétaro manifiestan y salvaguardan la memoria y las tradiciones vivas de sus pueblos.
Las actividades autóctonas de estas comunidades, sus creencias, costumbres y su gastronomía local, se convierten en una forma idónea de conocer la personalidad y forma de vida que los caracteriza, ofreciendo una ruta cultural de gran importancia y permitiendo al visitante vivir de cerca e involucrarse directamente con la comunidad en un sentido tradicional, cultural y gastronómico.

La Sierra Gorda es más que la suma de sus partes; es decir, la magnificencia de sus atractivos naturales radica en un conjunto de ríos, cascadas, sótanos, cuevas y resumideros que componen la zona más heterogénea del país.
Recorrer la Sierra Gorda significa ir cambiando de paisaje cada 15 o 20 minutos: semidesierto, bosque tropical, bosque de niebla, selva alta, selva baja; paisajes áridos, verdes exuberantes, matorrales, coníferas, encinos. En resumen, el viajero nunca se aburre y la cámara nunca para de tomar fotos distintas en esta zona declarada Reserva de la Biosfera.
Asimismo, enclavadas entre esta diversidad y riqueza ecológica, se encuentran las cinco misiones franciscanas de la Sierra Gorda, cinco espléndidos templos de mediados del siglo XVIII, joyas del Barroco mestizo que fueron declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad, muestra excepcional de la fusión de la cultura española con la indígena.

La historia de Querétaro está compuesta de anécdotas ligadas a una ferviente actividad espiritual. Desde el proceso de evangelización realizado durante la época de La Conquista, hasta nuestros días, la devoción de las creencias, han sido parte fundamental de la cultura queretana.
Una de las devociones más arraigadas de la región se dedica a la Virgen del Pueblito, imagen peregrina cuya casa permanente se encuentra en el santuario que lleva su nombre.
Esta imagen es venerada por todos los peregrinos que llegan hasta el municipio Corregidora para visitar a la Patrona de los queretanos como señal de agradecimiento.
También en el municipio de Corregidora se puede visitar el Santuario de la Virgen de Shoenstatt, réplica fiel del Santuario Original localizado en Alemania y fundado por el padre Kentenich, donde los fieles asisten para renovar sus compromisos religiosos y depositar sus peticiones en El Jarrón, signo de un desbordante amor hacia el Santuario.
Cerca de la ciudad capital se puede visitar en Colón la Basílica de los Dolores de Soriano, con el interesante Museo del Milagrito que exhibe los cientos de milagros o exvotos que los fieles han elaborado con sus propias manos para consignar los favores recibidos por la Virgen.

